¿Qué diría Steve?

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Por Celeste Perez

¿Ya te diste cuenta de que iPhone, más que teléfonos, nos vende emociones?

Si así es. Han logrado mantenerse número 1 en la preferencia del consumidor de alta gama; manteniendo un catálogo con más opciones que la cartelera del cine. Pero nadie niega la emoción de abrir esa cajita blanquita y tratar su interior como si de oro se tratara (aunque nos parezca que eso vale).

¿Era ese el plan de Steve Jobs? ¿Seguirá representando lo que aquel hombre con mente adelantada a su época quería que fuera?

La verdad no lo podemos saber. Lo que sí sabemos es que el ahora CEO, Tim Cook, ha procurado mantener la empresa que Steve no eligió tener. Y se ha visto a lo largo de los años. 

No solo pasaron de mostrar dos modelos cada año desde el 2014; pero también han logrado que sus cámaras, ansiadas por muchos, lleguen casi a asemejarse al ojo humano y tiene tantas como es posible.

Ahora la última versión nos promete un teléfono hecho de titanio. Quizás no en mucho tiempo veamos uno hecho de vibranio, y Capitán América sentirá envidia. 

Remontémonos al año 2007. Camisa negra con cuello de tortuga, jeans y zapatos deportivos, un escenario, espectadores con adrenalina hasta su cuello y el mundo esperando qué nos tenía el que nos regaló a Woody y Buzz Light Year. 

Nadie podía creer que era posible tener en nuestras manos un teléfono guiado por nuestros dedos. Nos vendió su sueño e imaginación. 

Nos dice qué queremos antes que lo queramos, y cuando creemos que ya no hay nada más que lo pueda superar, repiten la oración que a Steve le encantaba decir a la audiencia antes de marcharse: “Una cosa más…” 

Tener un aparato con esa manzanita no solo te da un dispositivo de primera, sino también te hace sentir que vives en el mundo que Steve quería crear, pero que no tuvo suficiente tiempo para hacer. 

Por ejemplo, Macintosh, ¿una computadora, fácil de usar? ¿Qué no suena a ventilador encendiendo? ¿Y del color que quisieras? Tristemente, muchos cibercafés con tostadores de computadoras tuvieron una muerte lenta y dolorosa en el proceso. Silencio por los caídos. 

¿Tuviste un walkman? ¿O un reproductor de CD portátil? ¿O le pedías al locutor no hablar durante la canción para poder grabarla y dársela a tu novia? Ahora (aunque un poco desfasado) el iPod puso a los padres en contra de sus hijos muchas veces, con un reproductor que cabía en el bolsillo, que nos transportaba a otra dimensión.

Y está de más hablar del invento que cambió a la humanidad. Cuando Steve movía su dedo a través de la pantalla, solo se podían escuchar ¡OH! Y ¡WOW!, en el auditorio cuando bloqueaba y desbloqueaba la pantalla. 

Un hombre con gustos exigentes. Debía haber suficientes tipos de letra. Los colores amarillos debían ser iguales; pero no con gustos tan exigentes como para haber usado siempre zapatos. 

No solo conseguimos la emoción de tener un iPhone (y el status que nos da cuando lo usamos en público), también logramos tener un pedacito de Steve, de su ingenio, una parte del Hippie visionario. Creo que aún seguiría contento de ver su manzanita cambiar el mundo. 

¿Y tú? ¿Qué crees que diría Steve? Déjanos saber en los comentarios y disfruta de más artículos sobre conveniencia y convivencia digital en yatedistecuenta.com

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